Feral

En el día 0 o El Peor Día, Diana recibe una llamada: Eugenia, su amiga, su hermana, fue asesinada.

La vida de la comuna, el espacio formado por cuatro amigas y habitado por sus círculos extendidos de manera itinerante, nos llega como el eco de una explosión a través de la investigación de unas archivistas del futuro. «Abajo, sabemos que nuestro archivo es antes que nada, una promesa», escriben ellas al tiempo que nos cuentan las historia de las cuatro amigas: Diana y sus visiones, proféticas o sintomáticas, a manera de relámpagos de lenguaje; Saratoga, que puede extraer música del mundo con el toque más leve; Yunuen y su búsqueda constante por darle forma y coherencia a una realidad en permanente disolución y Eugenia, quien terminó su viaje en Teotihuacán, donde trabajaba en una excavación arqueológica mientras se adentraba en una lucha comunitaria contra otro tipo de excavación letal: el extractivismo.

En la primera novela de Gabriela Jauregui, el lenguaje genera un espacio de turbulencia y tensión entre el pasado de lengua domesticada y la posibilidad feral y desaforada del futuro. Feral es un viaje por los túneles del tiempo desde donde se construye el saber que explica las ruinas de nuestro presente. Un saber que es preciso reconstruir y recontar porque, como dicen las archivistas, «algún día este archivo será jardín».

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Tsunami 2

¿Cómo respondemos? ¿Con la voz entrecortada? ¿Con el cuerpo? ¿Con la lata de aerosol? ¿Con un coctel molotov? ¿Con toda nuestra rabia? ¿Con nuestra inteligencia? ¿Con todo lo que tenemos y somos? ¿Cuántas formas posibles de respuesta hay?

Tantas como nosotras. «Nuestra arma es la voz», dijo Marichuy en la toma reciente del INPI y ya había mencionado Gloria Anzaldúa que la responsabilidad es nuestra habilidad de responder: con la boca, la voz, y en las puntas de los dedos cargamos y enunciamos esa responsabilidad. Las voces aquí reunidas cuestionan el amor tradicional entre una hija y su madre, las relaciones posibles y el deseo en una comunidad zapoteca; reflexionan sobre las historias que nos han contado sobre la identidad, sobre los cuerpos normados, las periferias, las disidencias; se preguntan por las luchas de izquierda que hacen jerarquías entre los cuerpos, por la «sororidad» entre unas a costa de otras; cuestionan nuestra participación en el juego de la estupidez desde la valentía adolescente; se duelen por el extractivismo que penetra nuestros cuerpos-territorios; ponen en entredicho las teorías racistas, clasistas y discriminatorias de ciertas manifestaciones radicales del feminismo, e imaginan las posibilidades de un futuro alegre después del hartazgo y el dolor, desde las perlas-cicatriz o los monumentos vueltos archivos íntimos, y las voces que la historia quiso borrar hablan fuerte y claro. Escriben para un nosotras que se vuelve un bosque de mujeres —metáfora potente de la diferencia y la equidad—. Porque si el feminismo y las luchas de las mujeres no son de todas y para la emancipación de todas entonces no son para ninguna.

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Tsunami

Si antes se unificaban los pensamientos de las mujeres feministas en las llamadas olas (primera, segunda, tercera, etcétera), aquí hay mujeres de varias generaciones, formas de pensar, ocupaciones y, no obstante, el sentimiento es que, en estos tiempos, nuestras voces se suman hasta que, ola tras ola, más bien se crea un verdadero tsunami. A la vez, cada voz en esta antología explora distintas facetas de ser mujer (y todo lo que esto puede significar corporal, material e ideológicamente) de forma singular. A través de estos textos esa palabra cambia, se busca pensar nuestra representación —o la falta de ella—, las definiciones y etiquetas que nos son impuestas, se trazan la violencia histórica y cultural, pero también delineamos nuestras resistencias. En un momento donde la visibilización se ha vuelto una obsesión, se busca hablar incluso de que a veces no ser vista puede ser la mejor forma de ser libre.

En un momento histórico de denuncia de violencias (con iniciativas o movimientos como #MiPrimerAcoso #MeToo y #Time'sUp) también se busca pensar cómo no hacer que estos momentos se puedan, a su vez, volver esencialistas. Y, siempre en medio, la palabra como herramienta política. Sus riesgos. La palabra, volvemos siempre a la palabra.

Las mujeres de esta antología se defininen de formas diferentes, y vienen de mundos diversos, aunque todas se reunen en torno a la palabra: el resultado son textos que hablan de formas distintas de cosas que competen a todas. Textos que son son una inspiración y una invitación a pensar mejor, con mayor cuidado e inteligencia, con más corazón

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La memoria de las cosas

Concebido como un epígono de los antiguos gabinetes de curiosidades, el primer libro de cuentos de Gabriela Jauregui descubre, como lo hacían antes los cuartos de maravillas, un universo fantástico que trae ante nuestros ojos objetos, seres, situaciones, historias que creíamos conocer pero que, miradas a través de la inmensa hospitalidad que la autora experimenta ante el mundo, se nos descubren como experiencias cautivadoras y desconocidas. Un «Árbol cosmonauta» que recorre la distancia entre la Tierra y la Luna a través del suave mecerse de sus hojas, una escultora que pone a prueba los materiales con los que trabaja a partir de las exigencias y limitaciones de sus propios fundamentos, un negocio que busca sacar renta de nuestro cuerpo aun después de haber muerto, un vidente que es capaz de comunicarse con yacimientos de petróleo que le confiesan su ubicación y le advierten el desastre al que conduce su hallazgo, una zorra genéticamente progresista que aprende a hablar y revela una vida interior que rebasa el «camuflaje doméstico exterior», la relación simbiótica y dual que existe entre presa y cazador, un biombo que se desdobla en el tiempo o una adolescente que muestra las cicatrices interiores de las deformaciones exteriores, se revelan a través de una prosa colmada de imágenes poéticas («Dibujo una espiral en una hoja de papel. Soy oído poroso que perdura») que acompañan instantes y personajes entrañables, oscuros y complejos, en una escritura sutil pero poderosa que restituye la dignidad de los objetos al emanciparlos de la burda e instrumental mirada actual.

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ManyFiestas!

In her manifesto, the young Mexican author Gabriela Jauregui thinks about the blood-soaked war of drugs. Simultaneously, she proposes a communal organization, a resistance against individualism and isolation. As a type of game, Jauregui borrows words from other manifestos. The result is a manifesto-remix, unleashing a different and new political potential.

Controlled Decay

Controlled Decay, Gabriela Jauregui’s debut poetry collection, is animated by a rich sense of language’s polyglot permeability, which she uses to explore the interpenetration of manifold cultural spaces, from the sublime to the grotesque. Beautiful and wounding moments manifest in her unique lyrical and political engagement with the world.

These poems emerge from points of connection and slippage where present and past, human and animal, converge. They range across a stunning variety of poetic landscapes and voices: from a dance hall in East Los Angeles to a steam bath in Morocco; from the author’s native Mexico City subway system to the intimacy of a grave; from a guerrilla army commander’s voice to that of a poet who is self-conscious of the weighty lineage she inherits. Jauregui pushes the boundaries of form and language: We find short puzzle-like metaphysical poems that resonate deeply, and also longer rhythmic ones that break open narrative. In all her poems, Jauregui’s watchful street savvy and sensual attention to words incorporate her responses to the world that surrounds us and give palpable form to the pirates, birds, dancers, witches, and mothers who come to life in her work.